lunes, 26 de septiembre de 2011

CFK en la ONU: luces globales, sombras regionales






Un discurso potente, en busca de una afinación sudamericana
por Gabriel Puricelli
Domingo 25 de septiembre de 2011

En una Asamblea General de la ONU marcada por la ofensiva diplomática de la Autoridad Nacional Palestina para que ser reconocida como estado soberano, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner expresó con contundencia una posición de apoyo, que no es la un mandatario circunstancial, sino el consenso de un país y, más aún, la postura mayoritaria de toda América del Sur.

No cabe empezar un análisis de lo dicho en esa reunión que acapara la agenda internacional cada septiembre, sino a partir del tema que la va a definir. Sin embargo, los contenidos excedieron en mucho esa única cuestión. Esto fue así, porque la Asamblea es el lugar donde los jefes de estado condensan en 15 minutos frente a una platea global los temas que definen su respectiva política exterior.   Para Argentina, fue la ocasión para reiterar dos cuestiones prioritarias: la exigencia a Irán de que colabore con la acción del proceso penal por la masacre de la AMIA y al Reino Unido de que se siente a dialogar sobre la cuestión Malvinas. Hubo novedades en ambos frentes: una aceptación de la oferta de diálogo iraní, condicionada a que no provoque dilaciones en la acción del Poder Judicial argentino, y una amenaza a los británicos respecto de la continuidad de los vuelos Punta Arenas-Río Gallegos-Puerto Argentino.

El primer caso se puede sintetizar sencillamente: se mostró una flexibilidad que no hace concesiones en materia del castigo que se busca para la ación terrorista.

El segundo, exige una mirada más detallada y algunas preguntas. ¿La batalla retórica puede producir resultados? ¿Malvinas es una reivindicación argentina que suscita el respaldo de América del Sur o es ahora una demanda sudamericana que continúa con un reclamo antes sólo argentino? La obligación de perseguir la restitución territorial del archipiélago por medios pacíficos está consagrada en nuestra Constitución. Dentro de ese mandato, gobiernos de distinto color político han explotado todos los modos de la retórica para revertir la brutal realidad de la fortaleza Malvinas que le debemos a Leopoldo Galtieri. El esfuerzo es destacable, sobre todo cuando hemos vivido el interregno menemista, cuando se ensayó un risible remedo de “seducción”. Sin embargo, en todos los discursos ante la ONU, incluido el de esta semana, Argentina deja en evidencia que no ha buscado (no con suficiente claridad, al menos) hacer del crecimiento del poder relativo de América del Sur en el concierto global una llave para dibujar una solución de largo plazo a la cuestión de la soberanía. Sólo en la medida en que se afirme a Malvinas como objeto de una política de defensa de un poder emergente, frente a lo cual la relevancia declinante del Reino Unido nada puede hacer en el largo plazo, se puede imaginar un cambio del estatus de las islas. La formulación retórica de la presidenta argentina fue muy clara en ratificar una prioridad, pero reveló también un retraso colectivo en imaginar a Malvinas como parte de una ecuación de poder mundial cambiante. La dignidad no debería limitar la imaginación.

Breves apuntes podrían dedicarse a mirar en conjunto tres discursos de líderes del MERCOSUR, agregando al de nuestra presidenta, los de Dilma Rousseff y Fernando Lugo. Los tres vibraron en la misma sintonía y se realimentaron mutuamente en la afirmación de una agenda para la crisis económica donde se prioriza la política como esfera predominante y donde la brújula pone como norte a la justicia social. Lo mismo hay que decir de la posición común contundente a favor del reconocimiento de Palestina. Seguramente esa poderosa sinergia es lo que más habrá impactado en la Asamblea.

Sin embargo, nos quedan dos tareas para el hogar: encontrar una posición común entre Brasil y Argentina respecto de la reforma del Consejo de Seguridad y soluciones a los problemas entre Paraguay y Argentina en la circulación de cargueros por la hidrovía y en el transporte de energía paraguaya hacia Uruguay. Cuando Lugo pidió consideración por la situación de los países en desarrollo sin litoral marítimo, estuvo lo más diplomáticamente cerca que se puede de denunciar a la Argentina.

Los mejores momentos del discurso de Cristina Fernández deberían servir de inspiración para hacer que la orquesta sudamericana encuentre pronto la afinación perfecta a la que aspiran sus pueblos.

2 comentarios:

Mordi dijo...

Puri, que en algunos puntos, muy importantes, por cierto, haya habido una postura común de los tres jefes de Estado del Mercosur que hablaron ante la Asamblea de la ONU es algo muy destacable. El Mercosur es un organismo relativamente joven, se lo impulsa seriamente desde 2003. Y fijate cómo es posible acordar en temas clave.
En la Unión Europea cuesta mucho más avanzar hacia posiciones comunes. Y existe desde 1957, formada por estados con continuidad institucional (desde 1957, al menos) y con muchos menos condicionamientos exteriores que los estados integrantes del Mercosur.
Seguramente que podrán sintonizar sus discursos los jefes de estado sudamericanos, si continúan con el interés de hacerlo, tal como vienen mostrando en los últimos años.

Racingcapo dijo...

rescato este momento maravilloso:

http://www.youtube.com/watch?v=VDhEheaH43k&feature=relmfu