martes, 18 de mayo de 2010

El falangismo, otra vez "de cara al sol"




Sábado, 15 de mayo de 2010
El Tejerazo por otros medios
Por Gabriel Puricelli

Munido de una sentencia judicial en lugar de una pistola y al grito de “¡Fuera Garzón!” en lugar de “¡Al suelo todo el mundo!”, el franquismo irrumpe de nuevo en el centro de la escena pública española para demarcar los límites precisos de una transición a la democracia que tantas veces se pintó como modélica. Una demanda presentada nada menos que por una organización (“de fachada”, hubiera adjetivado la jerga anticomunista) falangista, detonó una de las tantas bombas sin explotar que quedaron de la Guerra Civil, en el corazón mismo del Poder Judicial.

El canonizado pacto (más bien, una serie de ellos) que hizo posible la salida de la dictadura contenía una serie de cláusulas que se hicieron bien explícitas a medida que las elecciones se hacían rutina: alineamiento atlantista en materia de defensa, abandono de la república como forma de gobierno y sostenimiento continuado del culto católico, entre otras. Con ayuda de la entonces Comunidad Económica Europea, se pudo agregar a eso un razonable estado de bienestar (que no era parte del menú que ofrecía la provinciana burguesía peninsular). Y como cerrojo, la amnistía. Lo pasado, muerto y enterrado, aunque no se diga siquiera dónde.

Hubo quienes se empeñaron en correr esos límites. Como protagonista del destape, la mayoría de la sociedad española. Como animadoras de las luchas que incomodaron la siesta franquista durante 40 años, las vanguardias artísticas, aunque prematuramente se las deglutiera el aparato de las industrias culturales. Y en las diversas arenas del Estado, una generación entera de magistrados a la muerte del “Caudillo”, jóvenes, y un puñado de militantes que llegarían a cargos constituyentes y electivos y permitirían que España completara los ítems de la agenda de libertades civiles del Mayo del ’68 en unos pocos años. Pero por debajo de ello, una capa geológica más plástica que fosilizada fue construyendo su herramienta electoral (el Partido Popular), perfeccionando sus logias religiosas (el Opus Dei) o inventando nuevas, más oscuras y perversamente atractivas (los Legionarios de Cristo) y un brazo judicial potente concebido como última línea de defensa. Eso es lo que se vio ayer. Un cuadro que no amenaza con retrocesos de otro orden porque ya no hay Tejeros en un poder militar hoy más democrático que otros estamentos y renacido en un atlantismo que reemplazó la vieja alma corporativa.

Garzón se transformó en un blanco porque pretendió terminar con el cautiverio de los muertos. Sin embargo, la reacción (en todo el hondo sentido del término) va dirigida a toda la pulsión secularizadora que renovó su impulso bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En la cuenta del ejemplar juez de la Audiencia Nacional están las estatuas de Franco volteadas hace poco de sus pedestales, el derecho de las mujeres a elegir, la Ley de Memoria Histórica con todo y sus limitaciones. El golpe viene en el preciso momento en que el gobierno socialista retrocede en chancletas, falto de visión alternativa de la economía, frente a la crisis motorizada por la ruleta rusa financiera global. De allí la importancia de una crítica no sólo ética de la acción de los jueces plantados por el franquismo: la crítica debe ser política y dar cuenta de la necesidad que tienen los sectores democráticos españoles de dar una respuesta que complete la salida de un autoritarismo en el cual (aun habiéndolo olvidado de a ratos) están tristemente empantanados.


sábado, 15 de mayo de 2010

Robin Hood estaría con la Coalición por una Radiodifusión Democrática


Cuando le preguntaron qué estaría haciendo hoy Robin Hood, Russel Crowe, pensando en Rupert Murdoch y sospechando a la Noble Ernestina, contestó: "me lo han preguntado muchas veces. ¿Serían políticos los objetivos de Robin Hood? ¿Serían económicos? ¿Observaría Wall Street y las enormes fortunas con las que los algunos se palmean las espaldas y el colapso de las hipotecas sub-prime y todo eso? ¿O miraría lo que los periodistas hacen para vivir y se daría cuenta de que el valor de la verdad se basa en la diseminación de información. Mi teoría es que si Robin Hood estuviera vivo hoy, vería en la monopolización de los medios de comunicación al mayor enemigo.”

lunes, 10 de mayo de 2010

El tercero en discordia, después de la Tercera Vía




Lunes 10 de mayo de 2010
No digan que Blair no avisó
Por Gabriel Puricelli

Al votar del modo que lo hicieron el jueves pasado, británicos y norirlandeses no dieron una indicación clara de qué gobierno quieren, pero reafirmaron, como lo vienen haciendo desde hace décadas, que los conservadores son una minoría, que sólo puede aspirar a ser gobierno si se mantiene el actual sistema electoral. Sólo las circunscripciones uninominales vigentes en el Reino Unido desde que existe el voto universal permiten que los conservadores, con poco más de un tercio de los votos, se acerquen a controlar la mitad de la Cámara de los Comunes y que los laboristas, con algo más de un cuarto, arañen 40% de las bancas, mientras los liberal-demócratas, aún pisándole los talones al oficialismo saliente, tienen que conformarse con menos del 10% de la representación. La concentración del voto laborista en las circunscripciones con población de menores recursos y en Escocia y Gales le permitió al partido traducir muy eficazmente el apoyo electoral en bancas, mientras la dispersión del voto de los terceros en discordia implicó que perdieran diputados a pesar de obtener más votos que en 2005. La disyunción entre voluntad ciudadana y representación se hizo más visible que nunca en la larga historia del parlamentarismo anglosajón.


Si las negociaciones que se llevan a delante por estas horas hicieran Primer Ministro a David Cameron, se daría una situación que no es inédita en países con este tipo de sistema. Consciente de que los conservadores se habían vuelto estructuralmente minoritarios, Tony Blair se había propuesto, cuando fue electo por primera vez, ir hacia un sistema con algún grado de proporcionalidad, que transformara a una coalición “Lab-Lib” en la opción natural de gobierno, condenando a los conservadores a una generación fuera del poder. Fueron los propios diputados laboristas (incluido Gordon Brown) los que torpedearon esa propuesta de reforma, que era esencialmente aquello que venían reclamado los liberal-demócratas desde su nacimiento. El predecesor de Brown había previsto una situación como la actual: con un sistema electoral distinto, las fuerzas a la izquierda de los tories contarían hoy con mayoría en el parlamento.

Con la aritmética resultante de la elección, sólo la alianza que Cameron ofrece a los liberal-demócratas (hoy situados algunos grados a la izquierda de un decolorado laborismo) puede alcanzar esa mayoría, pero si el partido de Nick Clegg se tentara con acceder a cargos ministeriales por esa vía, se arriesgaría a perder la única chance en décadas que ha tenido de forzar una reforma que haga más representativo al parlamento y más gravitante a una fuerza condenada a la marginalidad por unas reglas perversas.

Los laboristas, en una conversión in extremis a la causa de la proporcionalidad, están dispuestos a ofrecer su apoyo a esa reforma, mientras que Cameron sólo ha ofrecido una comisión de estudio de la cuestión. Si Clegg leyó alguna vez el aforismo de Perón respecto de la función que cumplen las comisiones, seguramente rechazará el convite. La puerta quedará entonces abierta para un inestable gobierno tory minoritario que podrá hundirse en paralelo a la devaluación previsible de la libra o para una coalición también minoritaria pero más duradera de laboristas y liberaldemócratas. Blair sonreirá sin dudas satisfecho si su partido logra el milagro de seguir en el gobierno después de 13 años de desgaste, de una campaña con gaffes monumentales y de llevar de abanderado al candidato menos apto posible para la era de los reality shows, haciendo lo que él propuso allá por 1997.


lunes, 3 de mayo de 2010

Más claro, echále agua



Entrevista con Claudio Lozano"En muchas ocasiones nos colocan como funcionales al kirchnerismo simplemente porque tenemos una posición, o nos colocan como funcionales a la derecha por lo mismo, y no tenemos que ver con ninguna de las dos variantes"

El diputado de Proyecto Sur advierte que "el Gobierno repudia el ajuste ortodoxo, pero hace un ajuste inflacionario" y dice que "tras haber hecho el desastre con el Indec, pretenden transformar un caso de uso de información pública en uno de robo de información reservada"



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lanacion.com Enfoques Domingo 2 de mayo de 2010