miércoles, 3 de marzo de 2010

Sobre Malvinas, para el diario público de Ecuador





Guayaquil, Ecuador
Argentina, armada sólo de paciencia*Viernes 26 de febrero de 2010
Por Gabriel Puricelli

La reunión entre el canciller argentino Jorge Taiana y el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas Ban Ki-moon es el punto máximo de la ofensiva diplomática lanzada por Argentina ante la decisión unilateral del Reino Unido de autorizar el inicio de la exploración en busca de petróleo en aguas de lo que Argentina considera su plataforma oceánica continental. Dicha ofensiva obtuvo ya declaraciones de apoyo de sendas cumbres del Grupo de Río y de los líderes de América Latina y el Caribe. Argentina no sólo se vio respaldada por una unanimidad que es común entre los países de colonización ibérica desde que éstos retomaran la senda de la democracia, en los años ’80, sino por la adhesión a su reclamo de países caribeños miembros de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth).

Como ha sido siempre el caso desde 1983, Argentina se ha conducido por estrictos carriles diplomáticos, los que han sido tan favorables para el país, como ineficaces para hacer que el Reino Unido acepte un diálogo sobre la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas. Desde la recuperación de la democracia, gobiernos argentinos de todos los colores políticos han recurrido al Comité de Descolonización y a la Asamblea General de la ONU, obteniendo siempre el respaldo ampliamente mayoritario de la comunidad internacional a la propuesta de llevar a cabo conversaciones bilaterales para resolver el diferendo creado a partir de la invasión británica del archipiélago en 1833. Sin embargo, el Reino Unido ha ignorado siempre esos llamados y con ello, la voluntad de una organización de la que no sólo es fundador, sino dentro de la cual tiene el derecho a veto que es exclusivo de las cinco naciones vencedoras de la II Guerra Mundial. No ha habido tampoco en el país europeo diferencias en este tema entre los gobiernos de distinto signo que se sucedieron desde la fallida aventura bélica de la dictadura argentina en 1982: con Argentina se habla de todo, menos de este tema, es la posición monolítica.

En un sistema internacional en el que la ONU es una organización a la que sus miembros no le ceden un ápice de soberanía (y esto es cierto, sobre todo, para países poderosos como el Reino Unido), las resoluciones de ésta revisten un carácter moral, que muchos países pueden ignorar sin costo material alguno. La reunión entre Taiana y Ban debe ser entonces vista como una gota más de la paciente hidroterapia que Argentina ha decidido aplicarle a la piedra británica, con la esperanza de horadarla pacíficamente, cosa que podrá suceder en un punto del futuro que no espera todavía, seguramente, a la salida del impasse actual.


* El Telégrafo publicó en su versión impresa una versión editada de la presente columna.

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