jueves, 24 de diciembre de 2009
EE.UU. se podría haber ahorrado un pasaje
Por Gabriel Puricelli
Miradas al Sur
Domingo 20 de diciembre de 2009
Las expectativas suscitadas por la apertura retórica de Barack Obama en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago hacia una redefinición positiva de las relaciones con América Latina han dado paso a una aguda decepción. En primer lugar, las declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, con una amenaza nada velada a “quienes quieran flirtear con Irán” (que no estuvo dirigida a nuestro país, que tiene -por muy buenas razones- pésimas relaciones con Teherán), provocaron perplejidad en Brasilia y una sensación de “otra vez sopa” en La Paz y Caracas.
Esas expectativas ya venían disolviéndose al compás de la larguísima demora de los EE.UU. en designar a funcionarios que deben fungir de interlocutores privilegiados con nuestra región. En efecto, la derecha republicana en el Senado bloqueó durante meses las designaciones de Arturo Valenzuela como Subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado y de su predecesor Thomas Shannon como Embajador en Brasil, hasta que obtuvo en trueque la definición de que Washington reconocería las elecciones presidenciales en Honduras aun si Manuel Zelaya no era restituido. La correlación de fuerzas doméstica en los EE.UU. provocó un giro de 180 grados, enfrentando a su gobierno actual con la opinión mayoritaria de los países del hemisferio.
En ese contexto llegó Valenzuela al MERCOSUR. La actitud de Brasil fue muy precisa en lenguaje diplomático: ninguna reunión con ningún funcionario que esté por encima del nivel de vice-ministro que tiene el estadounidense, sólo con el Secretario General de Itamaraty, Antonio Patriota y con el asesor presidencial Marco Aurélio García. Valenzuela hizo malabares para explicar que no hubo amenaza a Brasil y adjetivó las diferencias bilaterales como “normales”.
En Argentina, los prolegómenos de la visita no anunciaban nada bueno, en tanto alguna “fuentes” dejaron saber (y ciertos medios dieron amplio eco) que un recibimiento por debajo del nivel de la presidenta iba a ser considerado una descortesía. Ello, a pesar de que ya se le había concedido una entrevista con el Jefe de Gabinete, que está algo más de un escalón por encima de la jerarquía formal de Valenzuela. Todo daba ya cuenta del poco peso que se le reconoce a nuestro país. Sin embargo, las declaraciones que realizó el Subsecretario de Estado al cierre de la visita hicieron que en definitiva hubiera sido mejor que no se tomara la molestia de venir: su único efecto ha sido la esperable queja del canciller Jorge Taiana a su par estadounidense.
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