por Viviana Staiani (desde La Plata)
Cuando se hizo público el asesinato de Gastón Duffau en manos de la bonaerense, me vinieron a la mente algunas conversaciones que hemos tenido con los compañeros desde que el Ministro de Seguridad apareció con ese permiso inesperado, que causó malestar privado pero no reacciones públicas y ya está empezando a mostrar sus consecuencias, que fueron siempre obvias.
Si los derechos juegan un rol protagónico en el discurso político y este rol se entiende como un intento que el que anuncia o predica hace por formar parte de la estructura general de la sociedad, entonces digo que esta declaración es un juicio de valor, para ser instalado en el discurso político.
Es una valoración arbitraria sobre lo que está bien a partir de ahora, que yo lo digo. Dice Stornelli "hay que redoblar el poder de fuego de la policía." Y sobre lo que está mal, o lo que ya fue, lo que ya no sirve, que es limitar a la policía en su accionar criminal cotidiano, sanear las filas de delincuentes comunes y otras cosas que se han intentado sin grandes resultados hasta hoy.
Su frase entra a la escena de los hechos para ser reconocida como parte de la realidad.
Basándose en este discurso que impone, empieza a tener razón y a reconocer la existencia de una realidad universal y aceptada por todos: "la policía nos puede matar".
"La policía debe redoblar su poder de fuego", lo dijo el ministro.
Una vez reconocido como un derecho que la policía tiene o vuelve a tener, incluso redoblado, derivará la necesidad de aceptarlo y por ende observarlo.
Impone un discurso, que se pretende universal (venia de ganar) y esto lo habilita para tener una discusión que se pretende objetiva sobre un tema que el mismo levantó, basado en su ideología, la cual instrumenta como una regla.
Identifica un derecho y luego queda describir las implicancias que este reconocimiento acarrea y lo introduce en el proyecto general de la sociedad.
¿Es que lo tomará la gente?
¿Y si es verdad lo que dicen sobre los jueces? ¿Lo tomarán lo jueces? ¿Y volverá a la gente legitimado esta vez por el sistema en pleno funcionamiento?
Todo indica que sí.
Es un vaticinio con el que habrá que discutir en el día a día, en el escenario social, en el político, en el ejercicio de la profesión y, remontando lo regresivo del discurso expresado, esta vez desde la legitimidad del gobierno elegido.
Pasó con Rückauf, y la mano dura, que derivó en las reformas procesales y las consecuencias se ven hoy y se tornan irremontables.
El discurso político emitido desde el ejercicio del poder modifica los escenarios sociales y habilita discusiones y peleas que desde ese momento pasan a formar parte de la realidad y afectan la vida de todos.
Los exabruptos verbales de los gobernantes son regresivos en el proceso de acumulación de capital social y en materia de derechos humanos y en nuestro país, históricamente se pagan con la vida y la libertad del las personas y a la larga de los pueblos.
No terminamos nunca, siempre para atrás con este tema.
domingo, 10 de mayo de 2009
Redoblar el poder de fuego de la policía o permiso para matar
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