lunes, 26 de enero de 2009

Otro sí al gobierno de Evo


Lunes, 26 de Enero de 2009

OPINION

El triunfo de la razón

Por Gabriel Puricelli *

Aun antes de que se empezaran a contar los votos, el pueblo boliviano demostró, votando pacíficamente a favor o en contra de un nuevo texto constitucional, que se sitúa colectivamente más allá de la crispación que proponen los líderes de la derecha, la que se ha traducido en violencias de distinto tipo, incluyendo crímenes como la masacre de Pando. Ese solo hecho, antes de y junto al resultado mismo, ratifica por enésima vez la legitimidad del gobierno de Evo Morales: obligado a ese ejercicio por el desafío radical de los partidos y líderes herederos del viejo régimen, el MAS ha salido siempre airoso usando las armas de la razón, sin dejarse tentar (aun controlando plenamente la fuerza estatal) por la razón de las armas, como sí lo ha hecho el sector recalcitrante de la oposición.


Sin embargo, el proceso constituyente no le pertenece al gobierno más de lo que les pertenece a aquellos sectores de los movimientos sociales que lo pusieron en marcha mucho antes de que se transformara en la savia de la vida del primer mandato del presidente Morales. Un ejercicio genealógico tal vez permita atribuir a los campesinos y minifundistas (de abrumadora mayoría indígena) que marcharon desde Trinidad, en el Beni amazónico, hasta La Paz para reclamar por el desplazamiento de sus tierras ancestrales a que los forzaban latifundistas y empresarios forestales, allá por 1990. Esa lucha sedimentaría, en capas sucesivas, con la de los campesinos (ex mineros desocupados en gran parte) del Chapare que luchaban contra la erradicación de la coca por los Rangers, con la de los recién llegados (también desde la desocupación) a las periferias urbanas y su lucha por el derecho al agua, con las protestas de la "Guerra del Gas", hasta desatar el movimiento político que puso a un indígena al frente del Palacio Quemado.


Ese movimiento tenía en la legalidad vigente un corsé que limitaba el despliegue de la transformación que requería la reivindicación de los derechos de los perdedores de las reformas neoliberales de las casi dos décadas previas a la crisis que se cerrara con la elección de Morales. Dividida y con los partidos que la representaron en plena licuación, a la derecha no le quedaba, hace cuatro años, la fuerza para seguir controlando el Estado, pero sí la necesaria para hacerle el país ingobernable al MAS y sus aliados. Fue en ese momento que convergieron la virtud de la agenda constituyente de los movimientos sociales, con la necesidad concreta del nuevo gobierno de sobrevivir al constante desafío antidemocrático de aquellos a los que había arrasado limpiamente en las urnas. De eso han tratado todas las elecciones posteriores a la llegada de Morales al gobierno: de llevar a buen puerto un proceso que lo precedía (y del que él era el emergente natural) y de ratificar los plenos títulos que tenía (y sigue teniendo) el MAS para llevar a cabo su programa.


Como ha sucedido en todas las elecciones anteriores, voceros de lo viejo insepulto como Samuel Doria Medina no han esperado siquiera el dictamen popular de las urnas para decir ominosamente que "el proceso constituyente no ha terminado" y recurrir a la hipérbole aduciendo que "no hay consensos", para anticipar que no hay pronunciamiento democrático que las clases aún dominantes estén dispuestas a aceptar. De la creciente eficacia del gobierno del MAS para hacer realidad sus promesas y de la permanente vigilancia de los líderes democráticos de América del Sur dependerá que esa amenaza no se concrete y que la voluntad consistente y reiterada de los bolivianos sea respetada.


* Co-coordinador, Programa Política Internacional, Laboratorio de Políticas Públicas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¨...el proceso constituyente no le pertenece al gobierno más de lo que les pertenece a aquellos sectores de los movimientos sociales que lo pusieron en marcha mucho antes de que se transformara en la savia de la vida del primer mandato del presidente Morales.¨

Me gusta esa idea, la misma que a caba con la idea de que le debemos a Alfonsín y no a la multipartidaria la democracia.

Excelente artículo. Aguante Evo, Rafael, Cristina, Hugo y la región.

Anónimo dijo...

"Evo, Rafael, Cristina, Hugo y la región."

Que lindo, aguanten Evo y Cristina que hace alianza con Rico y cuyo acto de gobierno más redistributivo en los últimos meses fue la baja de impuestos a los que más ganan, total todo es lo mismo, ¿no?

Por otro lado, Puri impecable.

Anónimo dijo...

Qué grupo político te piace, Manuel? O sos de los que tienen crisis de representación?
De curiosidad, nomás, para saber qué lider espiritual se ha mantenido al margen de los pactos sociales. Sé que lo de Rico ha sido angustioso para los principistas pero hay casuística frondosa al respecto.

p.d.: Che, Crisitina hace mucho más que erogar la tablita de Machinea, eh. Le sacó a la banca privada la caja previsional y otra cosita y arriba y arriba.


Saludos!

Anónimo dijo...

me piaceaba más o menos bastante el kirchnerismo hasta que se convirtió en un gobierno que redistribuye hacia los que menos necesitan.

Bueno, creí que no aceptar golpistas confesos era una limitación no demasiado exigente, sobre todo para un gobierno que se declara progresista y pone la defensa de los DD HH bien arriba en sus prioridades. Ahora rechazar en nuestras filas a tipos que nos hubiesen fusilado a bastantes de nosotros es ser principista, las cosas que hay que leer.

También estaría bueno que Cristina y Alicia no se opusieran a universalizar la transferencia directa de ingreso (Macri y Scioli los corren por izquierda en eso, otro milagro del progresismo K); ni que se facilite el blanqueo de guita de los más ricos; ni hacer que paguen menos impuestos personas que cobran más de 7.000 pesos por mes; ni que den créditos a los que no accede nadie que gana menos de 2000 pesos, es decir nadie que no esté en el último decil de ingreso más o menos, (autos, los con tasa fija del último año de Néstor).

Muy a favor de la estatización de las jubilaciones, la única medida relevante a favor de los menos poseídos del año de siesta con Cristina.

saludos,
Manuel